miércoles, 9 de enero de 2019

¿Por qué fracasan los países?



Esta obra de Daron Acemoglu y James A. Robinson consta de quince capítulos en los que, basándose continuamente en la explicación de las instituciones inclusivas y extractivas, nos habla del origen del poder, la prosperidad y la pobreza. 

Las instituciones económicas inclusivas, como las de Estados Unidos o Corea del Sur, permiten y alientan la participación de la mayoría de las personas en actividades económicas y políticas, creando incentivos para promover la innovación y el espíritu emprendedor de la sociedad. Otras características de las instituciones inclusivas son la seguridad de la propiedad privada, la libertad para firmar contratos y dar entrada a nuevas empresas y dejar que cada persona elija la profesión a la que desea dedicarse.


En contraste, las instituciones extractivas concentran el poder en manos de una estrecha élite y como su nombre indica, extrae los recursos del resto de la sociedad para su beneficio propio. En este tipo de instituciones la propiedad privada no existe, ni se utiliza el poder del Estado para proporcionar servicios públicos que fomenten la prosperidad.


Imagen nocturna por satélite de
Corea del Norte (apagada) y
Corea del Sur (más encendida).
Imagen original aquí.
Para ejemplificar esto, los autores recurren al caso de las dos Coreas, separadas desde 1950. En Corea del Norte, los adolescentes crecen en la pobreza, sin iniciativa empresarial, ni creatividad ni una educación adecuada para prepararlos para el trabajo cualificado. Gran parte de la educación que reciben en la escuela es pura propaganda, destinada a dar apoyo a la legitimidad del régimen, hay pocos libros, y por supuesto tampoco ordenadores. Al acabar los estudios, todos están obligados a pasar diez años en el ejército. Estos adolescentes saben que no podrán ser propietarios, ni crear una empresa para ser más prósperos, lo que provoca que mucha gente se dedique ilegalmente a actividades económicas privadas para ganarse la vida. 


En cambio, los de Corea del Sur reciben una buena educación y tienen incentivos que los animan a esforzarse y a destacar en la profesión elegida. Este país posee una economía de mercado basada en la propiedad privada. Los adolescentes de Corea del Sur saben que, si tienen éxito como emprendedores o trabajadores, un día podrán disfrutar de las ganancias obtenidas de sus inversiones y esfuerzos; pueden mejorar su nivel de vida y comprar coches, casas y atención sanitaria.

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