viernes, 28 de diciembre de 2018

Singapur, un modelo a seguir

En el año 1965, cuando Singapur se independizó de Malasia, sólo los más ricos tenían acceso a la educación. Sin embargo, 50 años más tarde, el sistema educativo de Singapur es considerado el más exitoso. Su estrategia, como explica su primer ministro Lee Kuan Yew, fue desarrollar el único recurso natural que tenían a su disposición, las personas.

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El sistema educativo en Singapur se estructura en tres niveles: Preescolar, desde los cuatro años; Primaria, desde los seis años; y Secundaria, desde los seis hasta los doce años. Antes de acceder a este último, los alumnos son evaluados en una prueba denominada Primary School Leaving Examination (PSLE), que determina qué tipo de secundaria seguirán. Al culminarla, se volverán a examinar y de esta manera elegir entre acceder a estudios universitarios o, por el contrario, programas enfocados a aquellos que destacan en un área de conocimiento específica como artes o deportes. Los alumnos que mejores resultados obtengan en estas pruebas podrán acceder a las mejores escuelas, universidades y centros de formación profesional. Cabe destacar que el 70% de los estudiantes accede a la formación profesional o vocacional por delante de la universitaria.

Una de las causas de este éxito en su sistema educativo, es la fuerte apuesta por el bilingüismo. Desde primaria, es obligatorio el aprendizaje en inglés, además de en su lengua materna, lo que les dota desde pequeños de una mayor competitividad y una futura ventaja respecto al resto.

Otra de las claves de la educación en Singapur es el profesorado. La docencia posee un gran prestigio social en el país y por eso se busca siempre a los mejores cualificados y por ello los sueldos que reciben son bastante altos, hasta tal punto que el salario promedio inicial se sitúa entre los 1600 y los 2700 euros. Además, los profesores están siendo evaluados al igual que el alumnado, y se le incentiva por el trabajo bien hecho. Todo esto va acompañado de centros educativos con todos los recursos necesarios.

Además de lo anterior, el sistema educativo de Singapur defiende que los alumnos aprendan en lugar de memorizar, y se apuesta por un aprendizaje flexible y diverso, buscando que los alumnos descubran sus talentos y desarrollen al máximo sus habilidades. Todas estas características hacen de este sistema uno de los más exitosos y, sin duda, un modelo a seguir para el resto de países.